Victoria Rodríguez Cruz: EL TACTO DEL ÁNGEL

Del 10 de Diciembre de 2015 al 10 de Enero de 2016


EL TACTO DEL ÁNGEL

El tacto del ángel es el nombre de la muestra de Victoria Rodríguez Cruz comisariada por Antonio Jiménez, que recoge los últimos trabajos de la artista y nos muestra la singularidad de su mirada, atreviéndose a romper la barrera de lo íntimo a través de la fotografía como medio de observación e investigación de la imagen. Su mirada se despliega bajo tres intencionalidades distintas para ofrecer nuevos estados de percepción y pensamiento: la mirada como tal, la mirada como necesidad de análisis y la mirada como anhelo de conservación de la memoria. Bajo estas premisas, Victoria busca en su entorno más próximo la esencia de las personas y los seres que la rodean. Según Antonio Jimenez "De forma consciente o inconsciente formamos parte de un lugar, de la casa, de la familia, de los padres, compartimos el aire, el entorno, nos sentimos diferentes y nuestras semejanzas son más. Es algo de tal complejidad que se hace extremadamente simple."

En cada una de las imágenes otorga la misma dignidad los elementos fotografiados unificándolos bajo unos códigos estéticos similares, incluso a esos “Seres” silenciosos -a veces extraños- que irrumpen en las escenas de su cotidianidad, sirviéndose de la toma fotográfica como un medio para indagar en el gesto del instinto del animal, así como en su relación con ellos, su comportamiento, buscando interactuar con aquello que le es ajeno y que invade su espacio. Dentro de ese mismo proceso de búsqueda, existe un mayor grado de implicación -entre otras cosas, por su peso afectivo- en la serie Familia. Este trabajo podría considerarse un archivo familiar -o álbum- pero la intencionalidad trasciende más allá del mero registro. En esta serie de retratos familiares los individuos se encuentran sumergidos, exentos de todo artificio, de toda apariencia, donde parecen conectar a través del agua con su origen, y donde Victoria da como válidas aquellas capturas en las que reconoce la personalidad y temperamento de cada uno: "Los sumerge en agua, un medio donde el animal humano vuelca sus inquietudes. Para unos, es un medio amigo asociado a buenos momentos, juegos de infancia o purificación. Para otros está lleno de tensión, incapacidad, ahogo o inseguridad".

Existe entre la presente selección de fotografías una imagen que representa esa necesidad del otro, ese en quien nos proyectamos. Dos mujeres -hermanas- se aferran entre sí, una de ellas padece Alzheimer. El aspecto formal de la fotografía alberga una gran potencia visual en la que no podemos obviar lo que está sucediendo: "Victoria observa para captar como se produce la mímesis, pues entre ellas sobran los diálogos. Sus manos, sus cuerpos, sus ropas y sus identidades quedan fundidas en una misma".

Pero es una de las piezas la que alberga la expresión del más intenso de los vínculos: la complicidad existente entre una madre y una hija. Observamos unas piernas con la piel marcada de historias. Intuimos su postura e intuimos de igual modo la calma que proporciona la aceptación de su destino. Se trata de su madre, quien no se encuentra completamente sumergida como el resto de la familia: la dignidad de la que se dota en este caso al sujeto es mayor, no está completamente a la merced del agua sino que se encuentra en superficie, a salvo; se encuentra ahí por decisión propia. El hecho de realizar la fotografía conlleva desplegar o duplicar la imagen del ser amado, así como su recuerdo, convirtiéndose en un objeto casi místico: "Su madre, generosa y cómplice, con pavor al agua, accede e inesperadamente aparecen nuevas conexiones". Cuando Roland Barthes habla en La cámara lúcida sobre la fotografía de su madre en el invernadero, aquella en la única que la reconoce, menciona: "ella no se debatía con su imagen, tal como hago yo con la mía: ella no se suponía". Son interesantes estas palabras de Barthes en tanto que habla de la pose fotográfica como un supuesto de nosotros mismos: cuando posamos no somos, sino que nos suponemos. Aquí tampoco existe debate con la imagen, puesto que la esencia de la madre aparece de manera explícita en sus piernas, en su hija, en sus medallas: "en sus medallas está su historia". En esta obra vemos a la madre, vemos al padre -su ausencia- y vemos a Victoria.

La promesa del tacto se palpa en cada imagen como una de las máximas expresiones del afecto, pero pocas veces en su fotografía llega a materializarse. De ese modo retiene el deseo de que el contacto ocurra, frágil y complaciente, como el tacto del ángel -que nunca llega-. En definitiva, Victoria nos habla de la grandeza de lo más cercano, de la afinidad, del afecto, del deseo de conservarlo, poniendo de relieve la importancia que puede albergar un sólo gesto. Nos demuestra que fotografiar es mirar de frente al recuerdo y desafiar al olvido. Quizás sólo quería hablar de los aspectos de sí misma que aún permanencen ocultos. Aunque, desde ahora, cada vez menos.

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SOBRE VICTORIA

Sevilla, 1963. Vive y trabaja en Huelva.

Se dedica a la Fotografía y la gestión cultural.
A partir de 2007 se sumerge de lleno en la fotografía para contar relatos, en una búsqueda de la identidad a través de la investigación de lo cotidiano.
Su fotografía es de sugerente estética, de gran carga emocional y un lenguaje poético.

Tras estudiar Fotografía en la Escuela de Artes de Sevilla, realiza talleres con prestigiosos fotógrafos como Ricky Dávila, Pep Bonet, Ricardo Cases, Rosa Muñoz, José Manuel Navia o Eduardo Momeñe, entre otros.

Participa en festivales y ferias de Fotografía como Estampa, PhotoIreland o Art Photo BCN. Su obra se ha mostrado tanto individual como colectivamente en galerías de arte como Art Deal Project o Valid, ambas en Barcelona.

Participa en ARCO 2015 en el proyecto fotográfico colectivo «Elemental» presentado en el stand institucional de la Diputación de Huelva.

En Diciembre de 2015 presenta su exposición individual titulada “Inmerse” en Art Deal Project, Barcelona.
También en Diciembre de 2015 presenta el proyecto fotográfico colectivo “Elemental” en la sala Siglo XXI, en el Museo de Huelva.

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TEXTO MARÍA ARREGUI

TEXTO ANTONIO JIMÉNEZ